¡No al racismo de Estado! ¡Abajo el capital y sus fronteras!
La muerte de Mbaye Ndiaye el jueves 15 de marzo, mientras huía de una redada de la Policía Municipal de Madrid (como reconocieron inicialmente medios de comunicación como El Mundo o Europa Press, haciéndose eco de la misma Jefatura de la Policía), no es un hecho ni puntual ni casual. Y es importante entender el porqué.
Son continuas las redadas que sufren los “manteros” de origen africano en todas las grandes ciudades de la región española como Madrid. Los perros guardianes del capital defienden con uñas y dientes la correcta circulación de las mercancías, el altar de la propiedad privada, la ley y el orden de nuestra miseria. Esa es la raíz de la tan cacareada legalidad democrática, la defensa de los negocios de los grandes centros comerciales, la garantía estatal de que el capital seguirá manteniendo su democrática tasa de beneficio en contra de nosotros.
Como el resto de migrantes africanos, Mbaye Ndiaye (que llevaba 14 años en la Península Ibérica) es un proletario al que el capital le ha arrancado brutalmente sus condiciones naturales de existencia. El capitalismo destruye las comunidades rurales y genera catástrofes humanas por doquier, empujando a nuestra clase a emigrar para reproducir su vida y la de sus seres queridos: cruzando desiertos, recorriendo miles de kilómetros a pie, superando vallas de democráticas concertinas, recorriendo el mar en embarcaciones en las que han muerto decenas de miles de proletarios. Decenas de miles de hermanos, compañeros, seres humanos, han muerto estos años como sacrificios en el altar fagocitador de la acumulación del capital, de sus beneficios, en las fronteras defendidas por la democracia del capital.¡Y luego hablan de violencia! ¡Los causantes de la muerte de nuestros hermanos y compañeros! No, la muerte de Mbaye no es casual, no es un simple infarto, es un resultado más de la catástrofe capitalista, como la de tantos otros proletarios anónimos. Otro terrible ejemplo de todo esto es el caso del compañero argelino muerto en el CIE de Archidona. Muerte supuestamente por causas “desconocidas” pese al control inhumano al que son sometidos los internos en estos centros. “Causas desconocidas”, infartos, suicidios…la violencia estructural del estado funciona de forma misteriosa.
Y luego gritan desde la izquierda del capital, desde la socialdemocracia que manda a la policía municipal de Madrid, que la culpa es del racismo institucional. ¡Como si ellos no fuesen la institución, como si no fuesen el Estado! ¡Como si no fuesen ellos los que mandan a la Policía Municipal, un día sí y otro también, a apalear a nuestra clase! El cinismo de la izquierda del capital es inmundo, como Javier Barbero, quien llegó a decir que la Ordenanza Municipal que persigue a los vendedores ambulantes “respeta los Derechos Humanos”, es decir los derechos del capital. Es el cinismo de quien defiende implacablemente los derechos del capital y encima se quiere lavar las manos de la suciedad que causa. Con razón los compañeros manteros han rechazado los 5000 euros de donación que el ayuntamiento les ha ofrecido ¡Se llama dignidad, estúpidos!
Frente al capital, frente a la violencia y el racismo que dimana de todas sus formas, fue fundamental la reacción que tuvo lugar el jueves y el viernes en Madrid. Expresión de una solidaridad que puede crecer si se asume como expresión de una misma clase. La violencia que sufre Mbaye y otros “ambulantes” es una violencia que sufren como proletarios (seres humanos desnudos frente a la violencia del capital), su reacción es nuestra reacción, su lucha nuestra lucha, la de una clase que tiene que romper con todas las separaciones y diferencias que nos atan a las miserias de este mundo. “No queremos políticos” o “somos humanos y no bestias” son varios de los gritos que lanzaban los hermanos senegaleses y que nosotras y nosotros elevamos y hacemos nuestros. ¡Luchemos contra el racismo de Estado! ¡Abajo el capital y sus fronteras!
Madrid, 21 de marzo de 2018