Apuntes sobre una primera transición: del comunismo originario a las sociedades de clase
Las notas que vamos a redactar son en buena medida una síntesis de un artículo de los compañeros y compañeras de la revista N+1, revista que hace referencia a la Izquierda Comunista italiana, en concreto de su número 27 de abril de 2010. Pero junto a esta clara referencia, en realidad nos inspiramos en las elaboraciones de algunos de los compañeros de nuestro partido histórico, desde Marx a Engels, de Bordiga a Camatte. Esta elaboración más centrada en el nacimiento de las clases y del Estado tiene que ir paralela a la del patriarcado como sistema de dominio sobre las mujeres. Por desgracia es emblemático como en las investigaciones en curso se suelen separar las investigaciones, existen autores y corrientes que se centran en el nacimiento del Estado y las clases sociales (es uno de los defectos de la investigación de los compañeros de N+1) y otras investigadoras que se centran en el desarrollo del patriarcado (por ejemplo pensamos en Marija Gimbuttas), cuando en realidad van de la mano. En otras elaboraciones trataremos de colmar este defecto. En cualquier caso, y a favor de Engels se puede decir que él en el siglo XIX no cometió ese error con su El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
El contenido de este texto es el comunismo originario en que vivió la especie durante la mayor parte de nuestro largo recorrido sobre el planeta. Nos cuesta pensar e imaginar que hayan existido sociedades sin Estado y sin clases, sin patriarcado y sin propiedad. Y, sin embargo, está bastante demostrado que ha sido así. Incluso los libros escolares (de los aparatos ideológicos del capital) hacen referencia a ello cuando aluden al paleolítico o incluso de un modo más confuso a la revolución neolítica. En cualquier caso, de los libros y enseñanzas escolares no se aprende nada. Un cúmulo de datos que hay que aprender y siempre desde la perspectiva del progreso eurocéntrico que hace avanzar la historia desde la barbarie al progreso. Pues bien nosotros y nosotras nos reclamamos de esa barbarie, somos los nuevos bárbaros que queremos que la historia vuelva hacia atrás y nos reconcilie con el pasado de nuestra especie. Esta elaboración es en buena medida un acto de contrahistoria, como diría un compañero, un intento de rememoración y redención de un pasado que ha tratado de ser sepultado y que, sin embargo, resistió de un modo obstinado.
Un historiador y arqueólogo australiano Gordon Childe es, en realidad, quien desarrolló este esquema interpretativo. Una fase de barbarie en el paleolítico, propia de las sociedades de cazadores y recolectoras, a la que le sucedió la revolución neolítica hace unos 10.000 años, en que se desarrolló la agricultura y la ganadería, y después (sobre el 3000 A.C.) una revolución urbana a partir de la que va a nacer el Estado y las clases sociales. Ahora bien bajo este esquema estamos hablando ya de una transición de 7000 años, una transición bastante más larga de lo que tradicionalmente se conoce como historia. Y además a partir de los últimos descubrimientos arqueológicos (los trabajos de Gordon Childe son de los años 20´a los años 40´del siglo XX) se comprueba que la barbarie de las sociedades redistributivas y comunistas es mucho más persistente de lo previsto por la famosa revolución urbana de la que nos hablaba Gordon Childe. Y ésta no es automáticamente igual al nacimiento del Estado. Hay sociedades agrícolas que son nómadas y salvajes, como los yanomami a día de hoy, y sociedades centenarias urbanas y sin Estado (como la del Valle del Indo de la que hablaremos en este texto). La elaboración de Gordon Childe es interesante pero es eurocéntrica y progresista. A nosotros nos interesan las civilizaciones sin Estado, sin propiedad privada y sin valor, llevar a cabo un viaje milenario por un camino en gran parte comunista frente al eurocentrismo dominante.
Para ello nos basamos en los desarrollos teóricos de Marx sobre los modos de producción y la transición que ha tenido lugar entre la Gemeinwesen originaria de la especie y la ruptura llevada a cabo por las sociedades de clase, donde la comunidad originaria se fractura aunque pervive de un modo subalterno. Marx en una elaboración contenida en los Grundrisse, donde analiza las sociedades precapitalistas, distingue tres modelos de comunidad diferentes: la comunidad “asiática”, la germánica y la del mundo clásico (Grecia y Roma). El feudalismo europea sería en buena medida una síntesis entre la comunidad germánica y la del mundo clásico esclavista. Pero junto a esta división donde el comunismo originario se descompone en tres modelos diferentes (y que como vemos, es un modelo muy diferente a la sucesión de diferentes modos de producción que se suceden de modo línea y cronológico gracias al desarrollo de las fuerzas productivas), del que nacerá posteriormente el capitalismo por intermediación feudal, podemos pensar en otro ejemplo tripartito:
Este modelo parte de Bordiga, que se inspira obviamente en las elaboraciones marxianas. Tres grandes épocas: prehistoria comunista, sociedades de clase y comunismo integral. Existen dos grandes rupturas en realidad, del comunismo a la sociedad de clase y de la sociedad de clase al comunismo. El Partido comunista, en este contexto es un partido histórico, es la expresión histórica del puente milenario que vincula el comunismo originario y primitivo al integral a través de un breve paréntesis intermedio de algunos miles de años. Y la revolución sería un continuum en la historia humana que pretende romper con la discontinuidad fragmentada que supone las sociedades de clase, la revolución es el movimiento material incesante, a lo largo de toda la historia humana para alcanzar el comunismo integral desde el comunismo primitivo. Como hemos desarrollado en otras elaboraciones, es fundamental entender cómo se reperpetúa la Gemeinwesen comunista de dos maneras diferentes, por un lado, a través de las formas de pervivencia de las antiguas comunidades en las sociedades divididas en clase, en la rememoración de esa Edad de oro cuando ni Adán curtía ni Eva hilaba (véase esa rememoración por parte de los campesinos comunistas ingleses del siglo XIV), y, por otra parte, por como la lucha de clases y el proletariado contemporáneo se transforma en clase a través de la reivindicación de sus necesidades humanas enajenadas y alienadas por el movimiento autónomo del capital o por los mecanismos coercitivos y arbitrarios de otras sociedades de clase. Nuestro partido actúa constantemente en la búsqueda de afirmar un comunismo integral que a su vez rememora de modos nuevos y discontinuos el comunismo primitivo y originario.
De cara a esto podemos ver como se sobreponen las comunidades primitivas en las sociedades de clase y como el comunismo anticipa el futuro, como un viejo topo, ya en las presentes sociedades de clase y capitalistas (en este sentido el partido histórico del comunismo es como la divinidad Jano, un Dios del inicio y del final, el Dios de las puertas, una divinidad que mira al pasado y al futuro al mismo tiempo).
Existe una sobreposición del comunismo con las sociedades de clase, sin olvidar que el comunismo es una gran ruptura que en un salto milenario hacia los orígenes vincula pasado y futuro de la especie.
Ya Marx indicaba en una carta a Annekov: “La historia de las comunidades primitivas tiene que ser escrita por completo pero, sin duda, su vitalidad era incomparablemente más grande que la de las sociedades semíticas, griegas, romanas… y necesariamente más vital que en el caso de las modernas sociedades capitalistas”.
Por todo ello rechazamos esa mala novela burguesa que toma el nombre de historia, como disciplina académica y escolar. Las categorías dominantes dentro de la sociedad presente: familia, propiedad, valor, mercado, dinero, empresa… son categorías relativas a ella y no tienen correspondencia con las pasadas sociedades de clase, aunque tengan la misma denominación filológica.
El comunismo originario a su vez ha vivido en diferentes tipologías de comunidad: Caza y recolección (a1), agricultura protourbana (a2), comunidades urbanas protoestatales, cerámica y metalurgia (a3). De esta manera vemos que el comunismo originario no es tan primitivo como pensaba Gordon Childe y atraviesa no solo el paleolítico sino el neolítico y la edad de los metales (por lo menos hasta la edad del bronce). En el diagrama de abajo se puede sintetizar no solo el esquema tripartito del comunismo primitivo sino el de la sucesión en tres grandes períodos históricos desde el comunismo primitivo al integral de la Gemeinwesen del futuro:
Por otra parte la curva conoce grandes momentos de ruptura física de la continuidad y es que este esquema (basado en los textos de Bordiga sobre la inversión de la praxis) es alérgico a los ascensos y las decadencias de los modos de producción, como pretende un esquema evolutivo del marxismo, a lo que asistimos es a grandes momentos de ruptura y discontinuidades que originan nuevas sociedades de clase (o no, en el caso del comunismo primitivo). En la deseada, y posible prácticamente, transición hacia el comunismo integral, se dará no por la acumulación gradual de contradicciones o por la entrada del capitalismo en una fase de decadencia sino a través de los sucesivos y permanentes procesos de ionización social, de polarización social entre las clases, donde el proletariado constituido en clase y en partido pueda invertir la praxis bajo la que le subalterna el mundo del capital e imponer su proyecto de comunidad integral, sin clases ni patriarcado. En este sentido, en cada momento de lucha generalizada, en que el proletariado se constituye en clase y se ioniza socialmente se rememora y revive el hilo del tiempo, del pasado, desde las comunidades primitivas del comunismo originario a las luchas por la emancipación de todos los sujetos y clases explotadas en el pasado (y no solo el moderno proletariado). Entender y vivir esto es sentir y proyectar la continuidad de nuestra especie más allá de las diferenciaciones, rupturas y discontinuidades que afirman las sociedades de clase y el capital en primer lugar. En esta perspectiva los tiempos y los espacios se concentran y combinan, hablar del pasado remoto de las comunidades neolíticas es hablar, entonces, de nuestro presente, de nuestro tiempo-ahora siempre cargado con las chispas de la redención universal, es un aullido remoto pero que vive en nosotros.
Volviendo al esquema tripartito del comunismo originario desarrollado por N+1, se trata de un esquema que obviamente nos sirve para conocer los grandes rasgos y diferencias de las sociedades de las que tratamos pero no comprende todas las diferencias. Por ejemplo la urbe comunista de Caral (en la actual región de Perú) desarrolló un urbanismo comunista pero sin cerámica ni metalurgia (en el III Milenio A.C.) o en el actual Benin (XVIII A.C.) tenemos una comunidad comunista no urbana pero si metalúrgica.
Pero siguiendo nuestro esquema, podemos hablar de un momento A1 (caza y recolección) donde se vive un vínculo en el comportamiento social de la especie y el inicio de la producción y reproducción material de ésta. La evolución de las diferentes especies de homínidos se da a través de la actividad material que permite producir y reproducir a la comunidad (preferimos el término actividad productiva al de trabajo que preferimos reservar para sociedades de clase) en comunidades estables (sociales y colectivas), importancia a su vez del desarrollo del lenguaje como expresión de la comunidad y de su ser colectivo y material (el gesto y la palabra). Algunos restos arqueológicos nos hablan que se descubrió el fuego hace un millón y medio de años, antes de la aparición incluso del género Homo, lo que ayudaría a entender y a situar la enorme amplitud del tiempo de cooperación colectiva que llega hasta el neolítico y el protourbanismo. Una larga tradición de condiciones productivas vinculadas a una división técnica de la actividad humana en un ambiente comunista. El tiempo se encuentra a disposición de la vida, sin las distinciones capitalistas entre trabajo y ocio. Durante centenares de miles de años podemos hablar de producción para la reproducción de la comunidad humana.
En el caso del Homo sapiens sapiens, término no muy modesto ciertamente, (A1) durante el paleolítico (desde hace dos millones de años hasta hace 10.000 años) se desarrolla una inversión de la praxis gracias al empleo y utilización de una industria lítica y ósea, con la caza y la recolección, formas de culto con signos de producción colectiva (que hoy llamamos impropiamente arte, véanse por ejemplo las llamadas venus paleolíticas, que además indican de un modo bastante meridiano un culto a la fertilidad y un predominio comunitario de las mujeres que contrasta con el posterior patriarcado clasista). Estamos hablando de un proceso que se desarrolla durante decenas de miles de años (durante un tiempo en paralelo a los neandertales). Hace 10000 años se dio un pasaje de A1 a A2 siempre y cuando no tengamos una idea lineal de este proceso, en realidad la revolución neolítica se va a dar en algunos lugares y no en otros, y no existe una homogeneidad cronológica. Nuestro método no es el cronológico de la historia oficial sino el de los diferentes modos de producción y reproducción material de las comunidades humanas. Buscamos invarianzas y categorías abstractas que nos permitan hablar de diferentes tipologías.
En el neolítico la comunidad se fija sobre un lugar y se antropiza dicho lugar. Existe una relación más o menos equilibrada entre la masa alimentaria producida por el territorio, su superficie y el número de los individuos que lo habitan. Cualquier cambio de equilibrio, surplus o carencia, conlleva intercambio. Esto va a conllevar, como veremos, una importancia de la previsión y una necesidad de centralización.
En las relaciones sociales que se constituyen para la reproducción material de la comunidad se da, ya desde el paleolítico, una importante división técnica del trabajo sobre la base de la diferenciación fisiológica entre hombres y mujeres. Esta diferenciación sigue siendo fundamental hoy en día para entender las bases materiales del patriarcado (frente a todas las teorías postmodernas que consideran que el género sería una construcción puramente cultural y discursiva), a partir de la ruptura que se dio en la comunidad primitiva con el advenir del Estado. En el proceso de hominización (a diferencia de otras especies) las relaciones técnico económicas entre hombres y mujeres se hacen complementarios, especialistas a partir de una división técnica y social de la actividad material. Es una invariante en todos los grupos humanos llamados “primitivos”. Es propio de todas las épocas, otra cuestión es cómo desde ahí surgirá la inversión patriarcal que analizaremos en otros escritos. Y es que la división técnica de la actividad humana (que nace con la especie prácticamente sobre todo en sus géneros, la primera división técnica) no es suficiente para demoler la Gemeinwesen originaria, el ser común de la especie y de las comunidades humanas. Las funciones diferentes dentro de la comunidad no conllevaban jerarquías que encuadrasen a sus miembros.
Con el desarrollo de la agricultura (A2) se hace más evidente el desarrollo de un excedente y la división técnica de la actividad material, las funciones se autonomizan, se intensifica el intercambio y la necesidad de administración de la producción social. Las relaciones comunistas no solo no desaparecen sino que son el trampolín para una nueva forma social. Continúa el principio comunista de la sociedad “redistributiva” en la producción neolítica. El neolítico en todo caso supone una enorme aceleración histórica.
Por otro lado frente a las teorías que reducen el descubrimiento de la agricultura y la ganadería a la escasez del ser humano durante en el paleolítico, no se trata sino de cuentos ideológicos. Como demostró Sahlins la “economía” de la edad de piedra era una “economía” de la abundancia. Eran comunidades que vivían muy bien, trabajaban muy poco, comían en abundancia…
Volviendo al neolítico, los aglomerados proto-urbanos no cancelan las relaciones comunistas ni elevan una barrera entre ciudad y campo. Existe una relación de reciprocidad entre cazadores y recolectoras con los agricultores urbanizados. Tenemos ejemplos gracias a la arqueología de intercambios recíprocos en Caral, en el actual Perú, y en Mehrgarh en Pakistán que demuestran la organicidad de las relaciones, la vitalidad de un comunismo que ya no se puede adjetivar como primitivo.
Surgen en este período A2 federaciones de tribus con necrópolis comunes, Ligas de villas, comunidades protourbanos. Entre Caral y los Incas pasan unos 4000 años, sin embargo, Egipto y la civilización del Indo son sociedades contemporáneas. Podemos establecer algunos puntos comunes de estas comunidades comunistas protourbanas:
1) Ausencia de propiedad privada, de intercambio contra valor y de cualquier forma de dinero.
2) Unidad entre productor, instrumentos y medio de actividad y organización comunitaria.
3) Almacenamiento de todo el producto en común y la ausencia de una acumulación privativa del excedente. Éste se redistribuye a través de dones, trabajos comunitarios…
4) División técnica pero no social de la actividad humana material. No existen estamentos o clases sociales, movilidad entre las diferentes funciones.
Estas formas de comunismo originario se mantendrán durante milenios hasta convertirse en formas casi irreconocibles e incluso degeneradas (como en las formas sociales impropiamente llamadas “asiáticas”). Y el capitalismo será el máximo destructor de este antiguo ser comunitario, el capital es una forma totalitaria que subsume toda forma social previa bajo la lógica de la mercancía y el trabajo abstracto. Es lo que hace que solo desde el proletariado constituido en clase que se pueda afirmar la comunidad humana, en las sociedades dominadas por el capital, solo desde la negación del capital por parte del proletariado puede reafirmarse la perspectiva del ser en común de la especie.
Las más recientes sociedades protourbanas aún comunistas son las del Valle del Indo (3300-1300 AC). A partir de los trabajos arqueológicos llevados a cabo se puede discernir que no existen templos-palacios, tumbas reales, esculturas que exalten la gloria de los dioses, los reyes o los sacerdotes… Lo que existe es una exaltación de la vida cotidiana. Las principales ciudades son Harappa y Moenjo-Daro en la actual Pakistán. Desarrollaron estructuras sociales evolucionadas en un ambiente urbano e incluso metropolitano. Civilizaciones análogas se desarrollaron anteriormente.
Tenemos el ejemplo de la ciudad más antigua del mundo, Jericó que tenía 2000 habitantes en el 6850 AC, aún era una forma social comunista cuando en el II milenio AC fue destruida por Josué según relata el Antiguo Testamento para instaurar durante los siglos sucesivos las sociedades agro-pastorales de los patriarcas bíblicos. Es muy interesante tratar de pensar la Biblia, el libro fundante de los monoteísmos, como un libro que celebra históricamente la afirmación del patriarcado, las clases y el Estado contra el comunismo originario de la especie. Es el libro de su partido histórico.
De Jericó conocemos mejor a través de las excavaciones arqueológicas los estratos inferiores, los más antiguos de la ciudad comunista, los superiores de la ciudad ya clasista apenas se conocen porque han vivido mucha historia. Y del período que más nos interesaría, entre el 3500 y el 3000 AC no hay pruebas definitivas por la degradación de los estratos. En cualquier caso las civilizaciones del Indo o Jericó demuestran la falsedad de la ecuación que identifica comunismo primitivo=estado salvaje. El neolítico es una fase comunista de la historia humana, donde la agricultura, los edificios se encuentran centralizados para la propia organización del culto, la administración y el almacenamiento común. No sabe que es la propiedad, las clases y el Estado, y, por ende, el patriarcado. Actividad material es tiempo de vida. Se vive así durante milenios (o sea que es una transición tan larga como nuestra contemporánea sociedad de clases). Pero, sin embargo, al final todo se volverá en contra. Los intentos de dotarse de una administración centralizada para el desarrollo de los esfuerzos comunes, para la previsión del futuro, para la administración de los recursos será la base para la Gran Expropiación Aceleradora, hacia el Estado.
En Anatolia, en la actual Turquía, muchas de estas vitalísimas formas comunitarias resistieron permaneciendo fieles a sí mismas y acabaron desapareciendo o evolucionaron hacia formas híbridas con caracteres de clase y propietarias. Otras comunidades fueron destruidas por pueblos invasores o se extinguieron a causa de las invasiones de pueblos clasistas y patriarcales o se extinguieron por cambios climáticos. Otras sociedades tomaron rápidamente el camino del patriarcado, de la sociedad de clases y propietaria, del Estado.
Volviendo, sin embargo, a nuestras sociedades comunistas originarias, la civilización de Mehrgarh en el actual Beluchistán (Pakistán sudoccidental) anticipa con sus formas protourbanas lo que será la civilización del Valle del Indo (que surgirá como ya hemos visto 4000 años más a Oriente). En el VII milenio A.C. se desarrolla una producción de alimentos con almacenes comunes, artesanado lo que conlleva funciones diferentes. Será una civilización que se desarrollará durante 5000 años de historia donde se exaltará la actividad común material. Una ciudad de 25000 habitantes, 250 hectáreas, no existen fortalezas defensivas, desarrollo del comercio con otras comunidades (aunque sin moneda y sin expresión de valor), cerámica, estatutaria femenina con formas sexuales bastante pronunciadas (lo que conlleva claramente el estadio matrista de nuestra comunidad comunista), no se abandona inmediatamente la caza y la recolección sino un intercambio. Se desarrollará, sin embargo, una retroacción positiva con el medio, más alimento, más población, más población, más alimento… Lo que acabará por destruir estas formas excepto las que logren homeostizarse a través del auto control y la retroacción negativa. Algunas de estas serán sociedades ya clasistas pero en las que pervive de un modo más fuerte la comunidad primitiva, nos referimos a lo que Marx denominó modo de producción “asiático”.
Los estratos excavados en Mehrgarh van del 7000 al 2500 AC, once niveles de estratos. Las casas no muestran diferenciación social, no existen templos ni palacios, las casas tienen formas rectangulares con muros en cruz. No tienen puertas de ingreso ni ventanas, las entradas son desde arriba, desde el techo (con lo que nos recuerdan a las ciudades de Anatolia también comunistas, como la de Çatal-Hüyuk). No existe un diseño urbanístico (es espontánea la construcción de las viviendas), el uso de los alimentos y su conservación es pública (almacenes comunes) y necrópolis son también comunes, enterramientos indiferenciados. No existen aún las formas pre-estatales que atraviesan la prehistoria y llegarán hasta la Edad de Bronce articulándose en torno a un organismo central de administración.
Nacimiento de la administración comunitaria
En toda un área geohistórica de desarrollo que va desde las actuales Irán a Egipto, desde Turquía al Golfo Pérsico, en toda la llamada Media Luna Fértil, surge una administración centralizada durante VII-VI Milenio A.C. Dan muestras de ella unas tabletas de arcilla y sellos de contabilidad que van a ser la causa directa del desarrollo de la agricultura y la matemática (algunos de estos graneros colectivos en los que se ubicaban las tabletas de arcilla van a llegar a nuestros días como en el norte de África bereber).
Aún no existe jerarquía social, domo se ve en las casas, y los arqueólogos definen como igualitario este tipo de sociedad. No existe aún división social de la actividad humana, aunque obviamente sí técnica. La unidad de base es el grupo residencial que en su conjunto es superior al familiar. No existen edificios de cultos reconocibles, distinguibles por una función exclusiva.
Umm Dabaghiyah en la actual Irak, era un área de almacenes compuesta por 80 locales subdivididos en edificios. Este complejo arquitectónico duró siglos, síntoma de que el conjunto de la comunidad se ocupaba de mantener inalterado el propio instrumento “público” de vida (es decir va a perdurar hasta casi nuestros días, en sociedades de clase, como una defensa comunitaria frente a la división clasista). Han llegado hasta nosotros 2400 sellos de arcilla de contabilidad archivadas. Administración que aparece en los confines entre la prehistoria y la historia y que anticipa la civilización clasista y será el principal factor del poder central de clase y patriarcal que es el Estado.
Hacia formas urbanas desarrolladas pero aún comunistas
En el Valle del Indo, en el 2600 AC, en una llanura fértil se desarrolla una civilización urbana e incluso metropolitana de la que ya hemos hablado: Mohenjo–Daro y Harappa. No se encuentran armas, cuchillas, espadas… Todos los instrumentos fabricados son adecuados a una vida tranquila. Se mantienen estas comunidades durante casi dos mil años. Existen grandes construcciones que son almacenes y graneros. Los arqueólogos oficiales no saben que hacer, uno de los que excavaron en la civilización del Indo es Wheeler piensan que tiene que existir una “clase dirigente” aunque reconoce que no se encuentra “tumbas de las clases dirigentes”, todas las tumbas son de personas comunes. Las tumbas y los cementerios del mundo comunista primitivo tienen modelos análogos, las tumbas del Minoico antiguo y las sepulturas del Egipto predinástico (son todas sepulturas indiferenciadas). Todo el contexto material descubierto está en contradicción con la existencia de un Estado. Los arqueólogos, de un modo simpático para nosotros, se vuelven locos, no entienden nada. Cómo se podía vivir bien (como demuestran todos los datos y restos arqueológicos) sin Estado, cómo se puede proyectar en común sin la existencia de un Rey-sacerdote. Las pruebas de comunismo y de inteligencia colectiva les vuelve loco.
En el umbral del Estado
La primera metrópoli organizada en forma proto-estatal se encuentra en Mesopotamia: Uruk. Estudios arqueológicos sobre la más antigua ciudad de Uruk nos hablan de una sociedad en transición desde el comunismo originario a convertirse en una Ciudad-Estado (con propiedad, patriarcado, división social del trabajo, jerarquía política e ideológica…). Algunas grandes construcciones que tradicionalmente la arqueología había designado como templos recientemente se catalogan mejor como construcciones habitables comunes y los palacios edificios públicos (véanse las investigaciones de Giovanni Pettinato sobre los sumerios). Vamos a hablar de Uruk y Ebla (una ciudad colonia de Uruk) que se funda en el año 2500 AC. Ebla es una ciudad muy evolucionada, el llamado Re es aquél que es “prepuesto”, no hay vías dinásticas, el “Rey” paga tributos a la comunidad en lugar de acumular tributos, la soberanía de este primus inter pares es electiva por parte de unos administradores revocables a su vez. La soberanía, término impropio, dependía más del concepto de comunidad que de vínculos personales o de clase (lo cual probablemente se podía extender al Uruk del 3000 AC). Uruk y Ebla no eran comunistas pero mantienen aún profundos rasgos que podemos adjetivar como comunísticos en el IV y III milenio AC. Y donde además parece que el soberano en realidad no era un hombre sino una mujer (en Ebla).
En realidad es el modo de producción asiático aquél en el que perdura con más fuerza las comunidades originarias campesinas de tipo comunista. En la comuna asiática, como explicó el mismo Marx en sus notas en los Grundrisse, donde más perdura la comuna por cómo se reproduce la unidad material que liga el individuo a la comunidad (individuo-Gemeinwesen del que habla Camatte), donde no existe una separación entre ésta y la posesión de los instrumentos, de la tierra y de los productos del trabajo. El Estado en este tipo de modo de producción (que va desde Egipto a Mesopotamia, desde China a los Incas o los Aztecas) es un Estado tributario que apenas trastoca la vida comunitaria en el campo. En éste como en otros casos nos es muy difícil conocer la historia de estas sociedades pues trasladamos nuestros conceptos y categorías (burgueses y capitalistas) al pasado. Y, por ejemplo, una pirámide no es simplemente una tumba, el ba no es simplemente el alma, o Maat el orden. No podemos traducir con una lengua moderna las lenguas preclásicas. La lengua de clase evoluciona con distinciones, las lenguas aclasistas con uniones. El lenguaje analógico de una sociedad orgánica y homoestática no tiene nada que ver con el lenguaje digital de una sociedad en lucha contra sí y concebida exclusivamente sobre la base del crecimiento. A cuenta de esto, por ejemplo, es importante entender que el Deben no es una moneda, en Egipto, sino una unidad de cuenta ideal para el trueque.
Los compañeros de N+1 insisten de modo erróneo, desde nuestro punto de vista, en que en el Egipto clásico, los Incas, Mayas, etc. son sociedades donde el Estado no se ha desarrollado. Exageran indudablemente porque son sociedades en donde se constituye una clase dirigente en torno a la creación de imperios tributarios, que es una de las características más destacadas del llamado impropiamente modo de producción “asiático” por parte de Marx. Ahora bien esta exageración tiene algo de prolífico frente a tantas vulgaridades y lugares comunes en torno a este tipo de “despotismos orientales” como han pasado a denominarse en nuestra tradición clasista. Y es que como hemos indicado más arriba en estas sociedades (menos en Mesopotamia por su apertura al exterior) rige una continuidad milenaria de las formas materiales de producción y reproducción, el Estado aparece como una figura externa que tiene que mantener el equilibrio (Maat egipcio o pensemos en China a figuras como Confucio) y la estabilidad de la continuidad material. El caos y la sucesión de diferentes dinastías (pensemos en los períodos del Egipto clásico y sus dinastías, o las dinastías del Imperio Chino) conviven con una invarianza casi absoluta de la cultura material de las comunidades materiales de los campesinos, 3400 años en el caso de Egipto antiguo, hasta el siglo XIX en el caso de China.
Las sociedades son homeostáticas (uso eficaz y eficiente de la energía a diferencia de la disipación típica del capitalismo), donde todo es funcional según la Tradición, todo se desarrolla según automatismos naturales sin necesidad de leyes (el primer Código conocido es el de Hammurabi en Mesopotamia que tiene características muy diferentes al mundo egipcio). Cada conflicto se resuelve de vez en vez. No hay parangón posible con el “despotismo asiático” en nuestras modernas sociedades de derecho que tienen que establecer normas abstractas en que subsumir cada circunstancia o conflicto concreto. La sociedad produce lo que le sirve. Los egipcios serán refractarios al concepto de valor, incluso cuando griegos y romanos lleven dinero. Incluso historiadores oficiales como Frankfort llegan a afirmar que un egipcio no podría llegar a concebir lo que es normal hoy en día. Y esto es el resultado de la dificultad de utilizar los mismos conceptos para contextos diferentes (Estado, clase, economía, valor, capital…).
Para ir terminando estos apuntes nos gustaría detenernos en un tema que suele ser motivo de controversia entre los historiadores antiguos. Muchas de estas sociedades, que han desarrollado ya formas estatales y clasistas desde nuestro punto de vista, pero que como en el caso de Egipto siguen aún vinculados materialmente a la tradición comunista ancestral de un modo más claro que sociedades del mundo clásico y esclavistas como Grecia y Roma (no casualmente es en ellas que Engels establece en su Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado el origen del monstruo estatal). Muchas de estas sociedades han vivido momentos de caída y desaparición traumática (pensamos en algunos de los casos más conocidos como los mayas o la caída micénica que va a conducir a la Edad Oscura del mundo griego). Al respecto se han planteado numerosas hipótesis, ninguna de las cuales se puede verificar como cierta: desde invasiones, guerras con los pueblos del mar, cambios climáticos, luchas internas o decadencia del orden social.
Este fenómeno de ruptura brusca se desarrolla en distintos lugares del mundo y en distintas épocas, lo que parece indicarnos la crisis de una misma tipología de orden social o comunitaria. Veamos algunos ejemplos. En Ebla, nos dice el ya mencionado Pettinato, existen huellas que pueden documentar revueltas para impedir el pasaje a formas de “monarquía” estatales, las fuentes hablan de un tal Ebrium que trata de transformar la superestructura comunitaria en una monarquía hereditaria, lo que origina violentos contrastes sociales, incendios y destrucciones que indican no un conflicto bélico sino una revuelta social para Pettinato. De esta manera se logra destruir lo que no consiguió la urbanización y las formas de comercio durante milenios, la estructura prehistórica de Liga de Villas y distribución común de bienes había resistido. De esta manera llega el primer Estado claro, no transitorio ni protoestatal, de la mano del acadio Sargón y de su sobrino Naramsin.
Del mismo modo y un milenio más tarde Egipto va a conocer una revuelta contra Amenofis IV (más conocido como Akenatón, con su esposa Nefertiti) y su intento de instaurar el monoteísmo. No es descabellado, como hacen los compañeros de N+1, pensar en realidad en un tipo de revuelta comunitaria en defensa de las tradiciones campesinas que vinculaban a estos a la tierra frente a los cambios que pretendía instaurar Akenatón. Como las que previamente se habían dado en el Primer Período Intermedio entre el Imperio Antiguo y el Imperio Medio. De esta manera podemos individualizar como hipótesis revueltas sociales que en sociedades clasistas defienden la persistencia comunística de algunas de las instituciones aún vigentes. En algunos casos, estas revueltas fueron derrotadas y se atravesará una transición hacia sociedades más estatales y clásicas (Grecia o Mesopotamia), en otras el conflicto conllevará la desaparición de la civilización (mayas, puede que también en el caso de las civilizaciones megalíticas europeas, es una hipótesis al que alude incluso el historiador weberiano Michael Mann en sus Fuentes del Poder social) y en otros casos las comunidades campesinas consiguen resistir y mantener la Tradición (Egipto, por lo menos momentáneamente).
Sigamos con esta perspectiva para terminar nuestra elaboración, a partir del estudio de N+1, yendo hacia Grecia. Es aquí donde para Engels más claramente se afirma el Estado en su modelo ideal clásico y esclavista, donde se da una mayor (aunque incompleta y parcial) separación entre el productor y la tierra (a partir del esclavismo que en cualquier caso tiene garantizada la reproducción de sus bienes de consumo y su pertenencia a la tierra por dependencia personal) o a través del desarrollo de la propiedad privada de la tierra que convive con el Ager Publicus comunitario.
En realidad en el ámbito griego se transitó desde un organismo central de producción y distribución que ya hemos localizado en otros ámbitos de comunismo originario, presencia importante de la estatuaria femenina que hacen alusión también a la importancia de la fertilidad, formas sociales sin clases propietarias y sepulturas comunes (Grecia arcaica, la civilización minoica); a un segundo momento donde el desarrollo de la propiedad de clase aún no es muy acentuado, la tierra se da en concesión, existen grandes obrar urbanas y existen ya sepulturas diferenciadas y monumentales para el soberano y su familia (mundo micénico); al nacimiento de la Ciudad-Estado clásica con una aristocracia que posee tierras y esclavos (mundo griego).
Pues bien siguiendo nuestra línea argumental en el siglo XIII AC el mundo micénico se derrumba de repente de modo improvisado. Como ya hemos dicho existen infinidad de explicaciones al respecto, desde la invasión doria a cambios climáticos a una descomposición social de las viejas formas comunitarias. Al mismo tiempo en la zona del Creciente Fértil todo Oriente Medio se encuentra atravesado por una oleada destructiva (desde Egipto a Mesopotamia). Cae el Imperio Hitita, Troya en Asia Menor. Toda la Edad de Bronce se colapsa. Grecia no se recuperará en cuatro siglos a partir de la Edad Oscura en el siglo VIII. Son 100 años de colapso y caos en el Mediterráneo. La hipótesis de N+1, que compartimos, es la de un choque entre modos de producción, el comunismo primitivo contra la afirmación siempre más consistente de las sociedades estatales de clase y patriarcal. Ya sea por la sublevación de poblaciones bárbaras o de los mismos habitantes del mundo micénico, lo más probable, a lo que asistimos es a una defensa extrema de las comunidades propias y de los organismos de redistribución de la riqueza (recordemos además que los micénicos se fusionaron con esas estructuras pero no las destruyeron).
Con esto terminamos estos apuntes que esperemos que sean útiles para la reflexión común y para seguir profundizando a través del debate y la discusión. El estudio de la transición desde las sociedades comunistas a la afirmación traumática del Estado, el patriarcado y las clases sociales, nos puede ser muy útil para pensar una transición inversa, cada vez más necesaria y decisiva, la que termine con esta excrecencia clasista y milenaria que ha comportado destrucción y catástrofe sin par para la humanidad, una transición hacia un comunismo integral que rememore de modo material y nuevo el comunismo primitivo del que nacimos. Y como en Jano, pasado y futuro se fusionen.