Cádiz: la lucha obrera y la necesidad de una auténtica independencia de clase

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«A veces los obreros triunfan, pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas es menos el éxito inmediato que la solidaridad aumentada de los trabajadores.»
Marx y Engels. El Manifiesto del Partido Comunista
LA LUCHA OBRERA Y LA NECESIDAD DE UNA AUTÉNTICA INDEPENDENCIA DE CLASE
- Cádiz, una bahía obrera y combativa
Cuando la Clase obrera lucha tiene un potencial heroico, grandioso. Quien haya visto un movimiento real, ve a un gigante alzarse portando mucho más que harapientas demandas reformistas: porta un mundo nuevo y un nexo de solidaridad que tiende a la totalidad.
El proletariado en Cádiz y sus alrededores, ha sido golpeado duramente por la eterna crisis capitalista. En los últimos años, y en continuidad con los anteriores, el cierre de empresas significativas, el elevado paro juvenil y la precariedad en las condiciones de trabajo marcadas por diversos convenios y el trabajo en negro, así como el deterioro de las condiciones de vida en los barrios obreros y la mayor parte de la ciudad, hacen de Cádiz un lugar donde la vida es cada vez más difícil. Desde el cierre en 2007 de Delphi (fábrica de automoción de Puerto Real) el cierre de empresas ha ido en cascada, lo que se ha aprovechado por parte de la burguesía (privada o estatal) para meter más presión a las condiciones de trabajo y los convenios por tajo.
El proletariado de la Bahía de Cádiz, los proletarios del sector del metal, luchan desde hace mucho tiempo, lo hicieron en el contexto de un movimiento de masas asambleario en los años 70 y continuaron, cada vez más aislados por la política sindical implantada por la democracia, a partir de los 80; justo cuando los ataques al sector, primero en forma de reconversión, luego de deslocalización y precarización, tomaron mayor fuerza.
Nosotros saludamos esas luchas, y todas las luchas del sector (Vigo, Cartagena…) y otras luchas obreras recientes (como las de los docentes…), que son nuestra lucha, y lo hacemos no como los zascandiles de la “izquierda sindical”, no como esos hooligans del proletariado cuando este se moviliza (porque cuando no lo hace lo critican ferozmente como si fuese un ente extraño al que ellos no pertenecen), sino como lo que somos: compañeros de Clase. Y en esa lógica nuestro saludo también implica sacar lecciones, buscar las costuras para descoserlas con la crítica y volverlas a coser en las próximas luchas con los hilos de la solidaridad revolucionaria.
Saludamos la lucha de los obreros de la Bahía de Cádiz y de Jerez, de los astilleros y los talleres, de los contratados y los subcontratados, de los jóvenes precarios y las mujeres sin trabajo, de los barrios que los apoyan… saludamos la lucha de una bahía obrera y combativa, como revolucionarios de la Clase obrera.
- Del sindicato al sindicalismo. De 2021 a 2025
El precedente más inmediato de las huelgas de hoy fueron las de 2021, con el gobierno más progresista de la historia de España en pleno cénit, de la que recordaremos las tanquetas que ese gobierno envió contra los trabajadores.
En aquel momento la “crisis huelguística” que para el gobierno progre alcanzó un nivel de “Estado”, se cerró con una negociación del convenio colectivo que no contentaba a los trabajadores, firmada por UGT y CCOO y que no zanjaba nada y dejaba en suspenso, hasta ahora, el desarrollo de una nueva lucha, por idénticos motivos.
Bajo el término jurídico de “convenio colectivo” lo que se agrupa son las condiciones de miseria que marcan la legalidad “acordada” mediante la cual los trabajadores venderán su fuerza de trabajo para proporcionarse una vida miserable. Y todos sabemos que, con el curso de la crisis histórica del capital, dichas condiciones serán a la baja y dejarán fuera a los sectores más “debilitados” de nuestra Clase (mujeres, jóvenes…)
Este año tocaba negociar un nuevo convenio y como anticipo a la negociación y para sacar presión a una “olla cargada”, los sindicatos convocan una huelga que pretendían traicionar rápidamente. El 18 y 19 de junio los sindicatos convocan paros del todo simbólicos, el mismo 18 se producen incidentes (cortes de tráfico, barricadas…) por parte de trabajadores al margen de los sindicatos. Tanto es el miedo que una posible explosión obrera (tan potente como la del 2021) causa a los sindicatos, que la propia UGT se precipita en firmar un acuerdo por su cuenta que enfurece, con toda razón, a los trabajadores. Y estos deciden, masivamente, seguir luchando, mostrando un fuerte rechazo tanto hacia la patronal como hacia los sindicatos (hacia los que también se dirigen las protestas y las manifestaciones.
Desde ese momento la huelga (que ya se ha tornado indefinida) es dirigida por los otros sindicatos (los alternativos) a través de “asambleas sindicales” y se alargará durante tres semanas con un seguimiento cada vez más reducido, pero con una lucha pertinaz y tendente a la radicalización por una parte importante de trabajadores, principalmente del sector del metal, pero también de otros sectores.
Aclarar que esta huelga se extiende a más de 5000 empresas (muchas pequeñas subsidiarias del sector que ni siquiera están reguladas por convenio, en total afecta a cerca de 30.000 trabajadores) y que presenta reivindicaciones tan básicas como: no a los impagos, regularización y pago de horas extras, cumplimiento del (miserable) convenio… en palabras de algunos trabajadores las reivindicaciones son tan básicas, como dejar de hacer cientos de horas extras para poder llegar a un salario de 1000 €.
También hay que señalar que la huelga tiene seguimiento en los sectores de oficinas y limpiezas, las más de las veces regulados por convenios propios o sin convenios, así como la enorme participación y radicalidad de trabajadores empleados en empresas subsidiarias (pequeños talleres) que sin la fuerza masiva de las grandes empresas no pueden iniciar su lucha. Estos trabajadores se encuadraban en las estructuras de CTM, principalmente, y sus reivindicaciones pasaban por ser reconocidos dentro del mismo convenio que sus compañeros.
Resaltemos algunos aspectos que han cambiado en este intervalo ficticio, de tiempo del capital, entre 2021 y 2025:
En 2021:
- La lucha estuvo marcada por la intervención de los sindicatos mayoritarios que rápidamente capitalizaron una explosión obrera para llevarla a los cauces de la negociación formal y formalizada.
- No obstante, en 2021 las asambleas surgieron de forma autónoma y los sindicatos se emplearon a fondo para dominarlas y domesticarlas.
- Un aspecto muy destacable, por su significación, fue la aparición de asambleas barriales como un conato de extensión del movimiento al territorio, un fogonazo de radicalidad que fue pronto apagado, por la rapidez en la gestión de los burócratas del Estado y el capital y por la inmadurez de la Clase obrera, aún lejos de su autoconciencia.
En ese momento escribíamos: “podemos decir que los sindicatos son el brazo del Estado en la clase trabajadora, y no al contrario.”
En 2025:
La misma ineptitud sindical, sumada a una larga lista de humillaciones y el “calentamiento” de los trabajadores por el empeoramiento de sus ya pésimas condiciones de vida, ha propiciado que los sindicatos grandes (las estructuras de gestión y negociación de la “fuerza de trabajo”) se hayan desmarcado y disociado de la lucha. El acuerdo precipitado de la UGT (que pretendía zanjar la cuestión rápidamente y pone de manifiesto del lado de quien está) la ha dejado fuera de las movilizaciones, siendo rechazada tajantemente por los trabajadores y a su gemelo de CCOO sin capacidad de reacción, por miedo a ponerse en solitario, frente a unos trabajadores a los que teme.
Pero los trabajadores han seguido luchando. En este sentido se ha dado la situación contraria al 2021: si en ese momento eran los trabajadores los que tomaban la iniciativa y los sindicatos quienes luchaban por arrebatársela, ahora son los trabajadores los que retoman la iniciativa que no supieron capitalizar los sindicatos grandes. En parte es una maduración de los propios trabajadores, una crítica práctica a las burocracias de gestión sindical, pero una maduración incompleta, ya que de nuevo la lucha ha vuelto a sindicalizarse con otras estructuras sindicales o parasindicales.
Y es que, para hacer sindicalismo, no hace falta un sindicato grande, ni siquiera un sindicato, es una función arraigada en los propios mecanismos de gestión del capital y su capacidad para cooptar la lucha de nuestra clase, domesticarla y llevarla a los abrevaderos de la negociación y la democracia.
El sindicalismo no precisa tanto de estructuras como de mamporreros dispuestos a ponerse en el lugar de los sindicatos para hacer su función: evitar a toda costa una radicalización y extensión de la lucha, una maduración de la conciencia de clase en la práctica, que conduzca a los obreros hacia el camino de su propia dirección autónoma de la lucha, un riesgo básico para el capital que no puede asumir.
El nuevo sindicalismo lo volverá a encauzar hacia la lucha y posterior negociación (en este caso fallida) dentro y en el entorno de su sector (mejor si es de su fábrica, mejor si es lo más aislado posible del resto de trabajadores) y si ese sindicalismo es de “izquierdas y combativo” lo hará bajo proclamas más “cañeras” y gestos más “duros”.
En Cádiz ese sindicalismo ha tomado el control de la lucha con sindicatos más “combativos” como la CGT (eterno aspirante alternativo a los sindicatos de gestión mayoritarios) influida en su dirección en Cádiz por elementos trotskistas de El Militante; y por organizaciones que nacieron de las luchas autónomas, como la CTM, pero que hoy día solo pueden desarrollar una lucha sindical cercana a los trabajadores más precarios, sin salirse del reglón del sindicalismo.
Es evidente que aún estamos lejos de que los trabajadores seamos capaces de dirigir y orientar nuestras luchas desde la independencia, con asambleas autónomas y un control total del desarrollo de las mismas, entendiendo que formamos parte de un todo y que es más allá de lo puramente reivindicativo donde está la sustancia de nuestra lucha.
No es la primera vez que los trabajadores echamos de la tarima a los sindicatos mayoritarios, ni es la primera vez que automáticamente se suben los otros, el recambio del capital, los suplentes sindicales, a hacer casi la misma política, pero con muchos más gritos.
No es la primera vez, y seguro no será la última, que, contra los zascandiles de la extrema izquierda sindical del capital, volvamos a gritar: fuera y contra los sindicatos y el sindicalismo.
- La función sindical
Ya en 1866 en un discurso del consejo general de la AIT, Marx hace una crítica al carácter limitado y contradictorio del sindicalismo y plantea sustituir la consigna: “una jornada justa por un salario justo” por “abolición del sistema de trabajo asalariado” y esto lo hacía en el seno de la I Internacional (AIT). No fue de extrañar que ante la Comuna de París los primeros en abandonar el barco (los que no se posicionaron en contra, se quedaron al margen de la primera revolución proletaria de la historia) fueran los sindicatos.
El asociacionismo obrero ha sido y es una necesidad de nuestra Clase frente a los constantes ataques y precariedad que padecemos. Respecto a esa necesidad, el sindicato es un primo tonto y mimado por el capitalismo.
Entendiendo y compartiendo, como Clase que somos, esa necesidad de luchar, de mejora de nuestras condiciones de vida, como revolucionarios comunistas, no podemos menos que plantear ciertas cuestiones que con el devenir de los tiempos se han hecho centrales y programáticas respecto a los sindicatos y el sindicalismo.
Los sindicatos no son revolucionarios, fueron órganos de encuadramiento del proletariado y portadores de un intento de reformismo que era siempre superado por la evolución voraz de un capitalismo que nos come cualquier subida salarial o social por la mano de la inflación, el acceso a la vivienda, las condiciones de vida en nuestros barrios… Lo que el sindicalismo hace, y lo hace a la perfección, es encarnar una función general de negociación de la venta de la mano de obra, es decir, que el término “vende obreros” no es un insulto, es una definición.
Pese a lo que digan los zascandiles del sindicalismo de izquierda, no es una cuestión de buenos o malos jefes, o de estructuras más o menos burocráticas, es una cuestión de estar a favor o en contra del desarrollo autónomo e independiente de la lucha de nuestra clase y entender esta, como comunistas, como una premisa programática.
- Fin de la huelga, la represión se cierne sobre los trabajadores
Y sin poder forzar una nueva negociación más favorable, los sindicatos CGT y CTM desconvocaban la huelga, tras más de 16 días de lucha. La decisión se tomaba el martes 8 de julio en “asamblea sindical” y el miércoles los obreros volvían al tajo, tragando una derrota difícil de digerir.
Los motivos del fin de la huelga: cansancio emocional y económico, un líder sindical refiere: “sabemos que hay un límite humano que se ha sobrepasado”. También es cierto que cada vez el seguimiento era menor y que las “deserciones” por pura necesidad eran diarias. Esos “esquiroles” (que el día anterior estaban en la lucha) que no querían serlo, no podían seguir una lucha que se alargaba demasiado para su ánimo y sus escuetos bolsillos. Cualquiera que haya vivido una larga huelga sabe lo que es esto y en el suelo real de la lucha y la relación con los compañeros, los muchos problemas que genera y cómo carcome y rompe la solidaridad.
Es de lógica que una lucha que no se extiende y gana para sí a más huelguistas y/o trabajadores y sectores que la apoyan, tiende a enfriarse y perderse. Y esto nos indica que toda lucha debe tener ese horizonte y que las estructuras sindicales (por radicales que se pretendan) carecen de la capacidad y la perspectiva de dárselo. Esta es una lección que la historia nos repite una y mil veces y que es difícil de adquirir y menos en estos momentos en que la vuelta a una normalidad agrandada asola a los compañeros de Cádiz.
De nada sirven ahora actos pomposos de los grupos de la extrema izquierda del capital, dorando la píldora a los luchadores de la Clase obrera, es tiempo de enfrentar dos cuestiones: la solidaridad y el balance de la derrota. Y en ese orden.
Más de 23 detenidos ha habido durante la huelga y siguen sumando en estos momentos. Los perros del Estado, a instancias de este (que sigue gestionado por ese gobierno de izquierdas y antifascista), están cazando huelguistas por todo Cádiz, acusándoles de todo tipo de barbaridades y pidiendo incluso cárcel para ellos. Este es un hecho que nos compete a todos, hay que decir bien alto que la represión hay que combatirla y señalar a sus responsables y en la medida de lo posible impulsar acciones contra la represión, que también se da en forma de despidos y listas negras para los compañeros más significados.
Y después, y este escrito pretende ayudar a ello, hacer el balance necesario de esta lucha, sin grandiosidad ni autocomplacencia, entendiendo las circunstancias en las que nos desenvolvemos y las enormes dificultades del proletariado para poder desarrollar su lucha de forma independiente, entendiéndose como una Clase con unos mismos intereses. También entendiendo que hasta cambiar de raíz este mundo, toda lucha es una derrota (incluso cuando se ganan migajas), pero una derrota de la que debemos aprender para la próxima lucha.
- Luchas inmediatas y lucha de Clases
Y para quienes ya están pensando en decir que nuestros planteamientos son teoricistas y mecánicos, afirmamos que debemos estar en las luchas inmediatas: los comunistas debemos estar en las luchas de nuestra clase como clase y como comunistas.
Sin duda es en las luchas inmediatas donde se forja la conciencia (de minorías en estos momentos históricos), donde se vive la solidaridad y desde donde podemos plantear elementos de clarificación política. Y sin duda es en estas luchas que la clase obrera se da cuenta que las estructuras que mediaban su vida (sindicatos) son meras barreras a su propia actividad.
Pero también sabemos que cualquier “victoria” es parcial y temporal, que ganarle la partida a la patronal de tal o cual sector, es algo efímero y etéreo, que se disolverá en el devenir opresivo del propio capital, que en definitiva no serán más que derrotas a medio plazo. La verdadera victoria de esas luchas es lo que aprendemos de ellas, lo que los obreros aprenden e incorporan inconscientemente y que volverá a surgir en la próxima lucha y lo que algunas minorías incorporan conscientemente y pasan a plantearse en una militancia revolucionaria.
En definitiva, sabemos que nada cambiará en realidad hasta que no seamos capaces de cambiarlo todo, de cuestionar en la práctica una relación desfavorable en el periodo histórico actual. Y cuando esto cambie, no nos conformaremos con que nos paguen las horas extras, entonces lo querremos todo, como decía el “Viejo”: la abolición del sistema de trabajo asalariado.
¡Solidaridad con los trabajadores represaliados en Cádiz!
¡Fuera y contra los sindicatos y el sindicalismo!
¡Viva la lucha autónoma e internacionalista del proletariado!
Balance y Avante
Barbaria
A 14 de julio de 2025