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KAPD: Tesis sobre el rol del partido en la revolución proletaria

Traducido por un compañero

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Tesis sobre el rol del partido en la revolución proletaria

KAPD (Proletarier, nº 7, julio de 1921)

 

1- La tarea histórica de la revolución proletaria es poner los bienes de la tierra en manos de las masas trabajadoras, abolir la propiedad de los medios de producción, que hace imposible la existencia de una clase poseedora, explotadora y dominante basada en la posesión de la propiedad privada. El objetivo es liberar a la economía social de todos los grilletes del poder político a escala mundial.

2- La abolición efectiva del modo de producción capitalista, la apropiación de toda la producción y su distribución en manos de las clases acomodadas, la supresión de los antagonismos de clase, el agotamiento de las instituciones políticas y la construcción de la sociedad comunista son un proceso histórico cuyos momentos particulares pueden predecirse con exactitud. Sobre la cuestión del papel de la violencia política en este proceso, se pueden hacer algunas puntualizaciones.

3- La revolución proletaria es a la vez un proceso económico y político. Ni como proceso económico ni como proceso político puede concluirse en el marco nacional; por el contrario, el establecimiento de una comunidad mundial es su objetivo vital y necesario. De ello se deduce que, hasta la derrota definitiva, a escala mundial, del poder del capital, las futuras fracciones triunfantes del proletariado necesitan también la violencia política para preservarse y, si es posible, para atacar la violencia política de la contrarrevolución.

4- Además de las razones de política exterior que hacen necesario que las fracciones triunfantes del proletariado persistan en la violencia política (también en su propia esfera de dominación), existen razones de evolución interna. Considerada como proceso político, la revolución presenta un momento decisivo: la toma del poder político. Considerada como proceso económico, no presenta un momento tan decisivo, ya que la toma concreta de la economía por el proletariado y la refundación de la economía del beneficio en economía de consumo requieren un trabajo a largo plazo. Ni que decir tiene que, a lo largo de este proceso, la burguesía no dejará piedra sobre piedra para defender el beneficio y, con este fin, recuperar para sí el poder político. Para ello, intentará, en los países con una ideología democrática evolucionada -países industrializados desde hace mucho tiempo-, utilizar las consignas del engaño democrático para mistificar a los proletarios. Por esta razón, una violencia política fuerte y despiadada por parte de los trabajadores revolucionarios es el mínimo necesario hasta que el proletariado tome el control total de la economía, privando así a la burguesía de toda base económica para su existencia. Esto es la dictadura del proletariado.

5- La necesidad de la violencia para la dominación política del proletariado revolucionario, incluso después de la victoria política de la revolución, es al mismo tiempo la base de la necesidad de la organización política del proletariado revolucionario tanto después como antes de la toma del poder político.

6- Los consejos políticos obreros (soviets) representan la forma más amplia de organización histórica para la dominación y la administración proletarias; surgen siempre que la lucha de clases se radicaliza y se convierte en una lucha por la totalidad del poder.

7- La forma histórica apropiada para la reunión de los combatientes proletarios más conscientes, más ilustrados y más preparados es el partido. Puesto que el objetivo de la revolución proletaria es el comunismo, el partido sólo puede existir como partido con un programa y un espíritu comunistas. El partido debe ser una totalidad programáticamente elaborada, fundida en una voluntad unitaria, organizada y disciplinada desde abajo. Debe ser la cabeza y el arma de la revolución.

8- La primera tarea del partido comunista, tanto antes como después de la toma del poder, es -en medio de la confusión y las oscilaciones de la revolución proletaria- mantener clara e inequívocamente la única brújula segura: el comunismo. El partido comunista debe en todas las situaciones, incansablemente y sin vacilaciones, mostrar a las masas proletarias la meta y el camino, no sólo con palabras sino con hechos. En todas las cuestiones de la lucha política antes de la toma del poder, debe impulsar con la mayor agudeza la separación entre reformismo y revolución. Debe denunciar cualquier solución reformista como un parche, como una prolongación del viejo sistema de explotación, como una traición a la revolución, una traición a los intereses de la clase obrera en su conjunto. Así como no puede haber la menor comunidad de intereses entre explotadores y explotados, tampoco puede haber el menor vínculo político entre revolución y reformismo; el reformismo socialdemócrata, bajo cualquier máscara que se esconda, es hoy el más duro obstáculo para la revolución y la última esperanza de la burguesía.

9- Por consiguiente, el Partido Comunista debe, en primer lugar, mantenerse absolutamente alejado de todo reformismo y oportunismo; lo mismo vale para su programa, su táctica, su prensa, sus consignas particulares y sus acciones. En particular, nunca debe aumentar el número de sus miembros más rápidamente de lo que permite la capacidad de absorción del sólido núcleo comunista.

10- En el curso de la revolución, las masas obreras pasarán por oscilaciones inevitables. La revolución es un proceso dialéctico no sólo en su totalidad, sino también en sus fases particulares. El partido comunista, como organización de elementos conscientes, debe, pues, tratar de no sucumbir a estas oscilaciones y de superarlas; debe ayudar a las masas mediante la claridad y pureza de sus consignas, la armonía entre sus consignas y sus acciones, su posición a la cabeza de la lucha, la justeza de sus previsiones, a superar rápidamente y de raíz tales oscilaciones. El partido comunista debe, pues, con toda su actitud, desarrollar la conciencia de clase del proletariado, aun a costa de una aparente contradicción externa con las amplias masas. Sólo así podrá el partido comunista ganarse la confianza de las masas en el curso de la lucha revolucionaria y llevar a cabo una labor educativa a gran escala.

11- El Partido Comunista no debe, por supuesto, separarse de las masas: es decir, aparte de la evidente labor de incansable propaganda, debe vincularse a los movimientos de las masas trabajadoras generados por la miseria económica y las reivindicaciones parciales; debe tratar de esclarecer espiritualmente tales movimientos para empujarlos a luchas efectivas, ampliarlos y acelerar sus movimientos apelando a la solidaridad activa, para que tomen formas revolucionarias y, si es posible, políticas. Pero la tarea del partido comunista no puede ser hacerse más estúpido de lo que es; en otras palabras, su tarea no puede ser reforzar el espíritu del oportunismo desarrollando, bajo la responsabilidad del partido, reivindicaciones reformistas parciales.

12- Pero el trabajo práctico más importante de los comunistas en favor de la lucha económica de los trabajadores reside en la organización del arma de lucha que es, en los tiempos revolucionarios, en los países altamente desarrollados, la única arma utilizable para tales luchas; es decir, los comunistas deben procurar que los trabajadores revolucionarios (no sólo los militantes del partido comunista) se agrupen en las empresas y que las organizaciones de empresa formen Uniones para dar forma al instrumento adaptado a la toma de la producción por la clase obrera.

13- Las organizaciones de empresa revolucionarias (las Uniones) constituyen el humus del que surgirán, en la lucha, los comités de acción, los marcos para las reivindicaciones económicas parciales y finalmente para la producción de los propios obreros en lucha, la preparación y la infraestructura capaz de apuntalar los consejos obreros revolucionarios.

14- Creando así la vasta organización de clase del proletariado revolucionario, los comunistas, además de preservar como partido la fuerza de un cuerpo unitario programático compacto, y de subrayar, en la Unión como en todas partes, el pensamiento comunista como ley suprema, aseguran la victoria de la revolución proletaria y la más lejana victoria de la sociedad comunista.

15- El papel del partido tras la victoria política de la revolución depende de las relaciones internacionales y del desarrollo de la conciencia de clase de los trabajadores. Mientras sea necesaria la dictadura del proletariado (la violencia política de la clase obrera victoriosa), el partido comunista debe hacer todo lo posible para salvaguardar el desarrollo en una dirección comunista. Para ello, es esencial que, en todos los países industriales desarrollados, los propios proletarios revolucionarios, bajo la dirección espiritual de los comunistas, participen de la manera más amplia posible en la toma y reorganización de la producción. La organización en empresas y en Uniones, el aprendizaje en los perpetuos conflictos parciales, la creación de comités de acción, constituyen la preparación que emprenderá, en el curso de la lucha revolucionaria, la vanguardia de los propios obreros.

16- En la medida en que la Unión, como organización de clase del proletariado, se fortalezca tras la victoria de la revolución y llegue a ser capaz de consolidar las bases económicas de la dictadura bajo la forma del sistema de consejos, ganará en importancia frente al partido. En la medida en que, en una fase posterior, la dictadura del proletariado esté asegurada gracias a su anclaje en la conciencia de las amplias masas, el partido perderá su importancia en favor de los consejos obreros. Finalmente, en la medida en que la consolidación de la revolución por medio de la violencia política se hace superflua, al transformarse la dictadura en sociedad comunista, el partido desaparece.

 

 

 

Proletarier, julio de 1921, n°7

(Traducción de Invariance n°8, oct-dic. 69, revista, 1ª serie).

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