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Arco histórico Teoría

Trotsky y el trotskismo

También en francés

 

Lev Davidovich Bronstein nace en 1879 y fue un militante revolucionario desde joven, primero en el populismo ruso (en la ciudad de Nikolaiev) y más tarde en la socialdemocracia y el marxismo ruso. En 1899 es detenido por sus actividades organizativas de clase en Ucrania y por ese motivo es condenado a 4 años de exilio en Siberia. Con el acuerdo de su compañera, Aleksandra Sokolovskaia, se fuga del lugar de reclusión y alcanza Europa donde se entrevista y conoce por primera vez a Lenin en Londres. Participó en la redacción de Iskra desde muy joven. En la discusión del II Congreso del POSDR se ubica con los mencheviques en un inicio (es famoso su documento de La delegación siberiana al Congreso del POSDR, y su posterior Nuestras tareas políticas donde denuncia las posiciones jacobinas de Lenin en un sentido paralelo a las críticas que Rosa Luxemburgo tiene al líder del bolchevismo ruso), aunque bien pronto se convierte en un verso suelto de la socialdemocracia que lucha por la conciliación entre bolcheviques y mencheviques. Su teoría más importante en este momento es la de la Revolución permanente (véase nuestro texto sobre La decadencia, la revolución permanente y la doble revolución) que descansa en una visión del capitalismo como un hecho mundial desde el siglo XX: la idea de un desarrollo desigual y combinado que hace del capitalismo una realidad mundial en todos los países.

De ahí que resulte imposible pensar revoluciones burguesas puras en ningún país a diferencia del siglo XIX, y que la actualidad sea la revolución comunista en forma de revolución permanente (que aúna las tareas democráticas de la revolución burguesa junto a la revolución comunista). Trotsky empezará a pensar la revolución permanente a partir de su participación en la revolución de 1905 y en su libro 1905, balance y perspectivas. Aunque había empezado ya a establecer los primeros elementos de su teoría, a partir de la unificación capitalista de todo el globo terráqueo, desde 1904 en colaboración del entonces socialdemócrata izquierdista Parvus.

Trotsky durante la I Guerra Mundial tiene una posición internacionalista, aunque más tibia que la de Lenin y los bolcheviques. Autor del Manifiesto de Zimmerwald, regresará a Rusia a inicios de la revolución (en mayo, un mes más tarde que Lenin). Dirige un pequeño grupo de revolucionarios internacionalistas que se conoce como Comité Interdistrital o mezhraiontsy, junto a Riazanov, Ioffe, Lunacharsky o Manuilsky. Durante las jornadas revolucionarias de junio y julio se acerca cada vez más a los bolcheviques. Las tesis de abril de Lenin suponen un acercamiento programático (la actualidad de la revolución socialista para ambos) y Trotsky reconoce lo justo que fueron las posiciones de Lenin en la separación entre bolcheviques y mencheviques. El grupo Interdistritos entra en septiembre de 1917 en el Partido Bolchevique y Trotsky junto a otros compañeros de su grupo será miembro de su Comité Central.

Durante el desarrollo de los primeros años de la Revolución rusa Trotsky compartirá las principales decisiones del Partido Bolchevique y de la Internacional Comunista. Aunque habrá toda una serie de debates donde disienten él y Lenin. Por ejemplo, de cara a la insurrección de Octubre, Trotsky defiende que hay que esperar a que el II Congreso de los Sóviets apruebe la insurrección, de cara a la paz de Brest Litovsk Trotsky se ubica a medio camino entre la posición de firma inmediata de la paz (Lenin) y la guerra revolucionaria de la tendencia Kommunist (de Bujarin y Piatakov), o de cara al debate de finales de la guerra civil donde Lev Davidovich defenderá la militarización del trabajo y las fábricas junto a Bujarin.

A la muerte de Lenin, en realidad ya desde hace más de un año antes, empiezan las disensiones de Trotsky en relación a Stalin y el grupo que se formaba alrededor de él (véase el libro sobre el último combate de Lenin de Moshe Lewin). Disensiones alrededor de la importancia de la Revolución alemana de 1923 y de la revolución mundial en general. De ahí la crítica que Trotsky realizará a la idea del socialismo en un solo país como una desviación reaccionaria del internacionalismo proletario. Las primeras muestras del conflicto se dan a través de la plataforma de Trotsky y de los cuarenta y seis contra la burocratización del partido, que da lugar a la Oposición de Izquierdas. Además Trotsky publicará dos textos importantes, El nuevo curso y, sobre todo, Lecciones de Octubre donde vuelve a la revolución rusa de 1917, criticando de modo claro las posiciones contrarias a la insurrección de Kamenev y Zinoviev, los aliados de Stalin en la nueva troika. A partir del XIV Congreso del PCUS (1925) se da una disensión entre Kamenev, Zinoviev y Stalin. Los primeros reaccionan contra la teoría del socialismo en un solo país adoptada por el tercero y teorizada, en realidad, por Bujarin. Sin embargo, el aparato del partido se encargará en derrotar la llamada Oposición Unificada entre 1926 y 1927. Trotsky sería expulsado definitivamente del partido en diciembre de 1927, tras el XV Congreso que hace del socialismo en un solo país un dogma de fe para todos los partidos comunistas del mundo (véase también el VI Congreso de la Komintern). Sin embargo, Kamenev y Zinoviev claudicarán a Stalin. Serán muy importantes las batallas que Trotsky dará en relación al Comité Anglo-ruso de 1926, la Revolución china de 1927, el VI Congreso de la Internacional Comunista, la cuestión del fascismo y el nazismo, el socialfascismo, la España de los años 30… Para Trotsky la revolución mundial es el nervio que endereza la realidad del comunismo como movimiento real.

Sin embargo, esta perspectiva coincide con un análisis de la realidad soviética caracterizada como un Estado obrero, degenerado burocráticamente dirá más adelante, donde defiende una política económica de acumulación originaria de capital y de industrialización como si fuera una política socialista. Véase al respecto el libro de Preobrajensky La nueva economía. Este será uno de los grandes límites teóricos de la oposición de izquierdas. Identificar el socialismo con la estatalización de la economía, no caracterizar claramente el carácter capitalista de la URSS. Una sociedad que fue siempre capitalista pero que además vive un proceso de contrarrevolución política e ideológica que transforma la naturaleza proletaria del PCUS y del Estado de clase. De este modo, la Oposición de Izquierdas creía posible una política socialista en la URSS a través de la industrialización. Cuando Stalin da, a partir de 1929, un giro en su política económica y rompe con Bujarin y la oposición de derechas, todo esto causará una auténtica desbandada entre los opositores de izquierda: Preobajensky, Smilga, Smirnov, Radek y otros dirigentes claudicarán ante Stalin. Para evitar esta sangría fue importante la intervención no solo de Trotsky sino también de Rakovsky acerca de lo decisivo que era la política de la Internacional comunista y el régimen interno del partido para establecer la caracterización de este presunto giro a la izquierda de Stalin. Y, sin embargo, la reflexión de Trotsky es insuficiente porque no individualiza los profundos hilos que unen la política del Estado ruso de Stalin al capitalismo mundial en su rivalidad / alianza con otros Estados. Y como esos hilos atenazan y transforman la naturaleza del conjunto de partidos comunistas.

La batalla de la Oposición de izquierdas rusa junto a la de otros grupos internacionalistas más a su izquierda (véase los decistas de Smirnov y Sapronov que hacían parte también de la Oposición Unificada de 1925-1927 junto a los partidarios de Zinoviev y Kamenev) es una batalla heroica y que permite hoy seguir manteniendo alta la bandera del comunismo frente a la contrarrevolución. Decenas de miles de compañeros lucharon hasta sus últimas fuerzas, sin confesar pese a las torturas, con huelgas de hambre ejemplares como las de Magadan o Vorkuta, realizando un trabajo clandestino y de discusión en los gulags en forma de periódicos e incluso discusión en torno a posiciones sobre la lucha de clases mundial. No solo Trotsky, hay que pensar en la contribución de compañeros tan importantes como C. Rakovsky y sus Peligros profesionales del poder. Rakovsky reaccionaba a través de este texto, en realidad una carta a otro compañero de la Oposición que se encuentra en otro campo / gulag, a la desbandada de militantes de la Oposición de Izquierdas. Una batalla de una importancia histórica fundamental ya que es aquella que se da entre la defensa del internacionalismo proletario y la perspectiva de la revolución mundial, y la de aquellos que al defender un imposible socialismo nacional están replegando la revolución en las fronteras locales, y subordinando la revolución al Estado ruso y éste a las lógicas del capitalismo mundial, como insistía de modo certero Bilan.

Un trabajo que será mundial e internacionalista cuando, según dijo Victor Serge, era Medianoche en el siglo. Desde China con Chen Du Xiu y otros compañeros a la Vietnam de Ta Thu Thau o Ngo Van, desde Francia a Estados Unidos, desde Grecia Bélgica u Holanda… los opositores de izquierdas tratarán de realizar una oposición en defensa del socialismo internacional frente al socialismo en un solo país de Stalin y los partidos anticomunistas. Un trabajo que, sin duda, será una reacción de clase y proletaria frente a la contrarrevolución. Es decisivo hoy en día, cuando una nueva generación se lanza a la militancia para transformar la sociedad de modo radical, deslindar la revolución de la contrarrevolución y reconocer a esta en la perspectiva del socialismo en un solo país: no todos los gatos son pardos. No es lo mismo la revolución que la contrarrevolución.

Y, sin embargo, los límites de la reacción de la oposición de izquierdas fueron ya evidentes para los compañeros de la Izquierda comunista italiana que militaban en el exilio en aquel momento alrededor de la publicación Bilan y Prometeo. Tres son los aspectos en los que nos gustaría detenernos ahora: voluntarismo, oportunismo y personalismo.

  • El voluntarismo de la posición de Trotsky se ve, por ejemplo, en la idea de construir en esas condiciones de contrarrevolución el partido independiente desde 1933 y una Internacional revolucionaria a partir de 1938 (previamente a 1933 Trotsky confiaba en la posibilidad de enderezar los partidos comunistas nacionales y la misma Internacional Comunista). Frente a esto la perspectiva de la izquierda italiana no solo era más certera y realista, sino que tenía mayores fundamentos teóricos. Los partidos no se decretan ni se proclaman, son el producto de la situación de la lucha de clases y a partir de ahí pueden devenir factores activos sobre esta. Por eso las tareas del momento, eran tareas de fracción, independientes de los partidos comunistas convertidos en organismos contrarrevolucionarios, de clarificación teórica y de acumulación de cuadros y preparación para cuando la situación fuese más favorable. El voluntarismo de Trotsky conllevará un cúmulo de zig zags oportunistas de consecuencias cada vez más graves.
  • Y es que ese voluntarismo se traduce en oportunismo, como la única manera de superar concretamente el abismo entre la situación objetiva contrarrevolucionaria y la perspectiva subjetiva de poder invertir la situación con la táctica adecuada y justa. De ese modo Trotsky pretenderá hacer entrismo en los partidos socialistas (el llamado giro francés), se volcará en el desarrollo de consignas democráticas que enlazar con la revolución comunista (véase su idea del Programa de transición en donde lanza consignas reformistas al Estado, la idea de Gobierno Obrero y campesino, y a los partidos de izquierda, a través de la perspectiva del frente único, para que la experiencia de los proletarios en práctica desborde a las direcciones reformistas cuando incumplan esas demandas, y, entonces, verán desplegadas las banderas de la IV Internacional), o la defensa del frente único con la socialdemocracia en el caso del ascenso del fascismo y el nazismo. Estas diferencias insalvables supondrán la expulsión de la izquierda comunista italiana del grupo de oposición de izquierdas, más aún cuando en Italia se incorporen gramscianos como Tresso, Leonetti o Ravazzoli (la llamada Nueva Oposición de izquierdas).
  • Además, toda la posición de Trotsky descansa sobre un profundo personalismo. Ya sea en la crítica al estalinismo y la contrarrevolución (exagerando el rol de Stalin en ella, aunque obviamente Trotsky matiza muchas cuestiones), pero, sobre todo, en la perspectiva de construir el partido y la Internacional alrededor de su personalidad (más que de un programa rígido y claro) y del uso de una táctica inteligente.

Poco antes de morir asesinado, Trotsky defenderá una posición internacionalista en relación a la II Guerra Mundial (definida como una guerra imperialista entre dos bloques burgueses), aunque su defensa de una política militar proletaria en los ejércitos aliados, defendiendo un control obrero y sindical del entrenamiento militar era muy oportunista y favoreció las tendencias nacionalistas y burguesas que acabarán arrastrando al conjunto de la IV Internacional.

Antes de su muerte, será igualmente importante la discusión sobre la naturaleza de la URSS. Trotsky, con algunos matices, seguirá defendiendo la naturaleza obrera de la URSS, aunque degenerada, y la necesidad de defender a la URSS en la guerra. Esto será contestado por compañeros norteamericanos como Max Schattmann (que creará el Workers Party). En todo caso, como se puede vislumbrar en las posiciones posteriores de Natalia Sedova acerca del capitalismo de Estado, probablemente Trotsky hubiera acabado reconociendo la naturaleza capitalista de la URSS.

El oportunismo de Trotsky acabará segregando posiciones contrarrevolucionarias en el trotskismo a lo largo de la II Guerra Mundial. La independencia de clase y el internacionalismo es lo que dibuja los contornos de una organización proletaria y comunista frente a otra contrarrevolucionaria. El trotskismo durante la II Guerra Mundial defenderá posiciones de defensa de las resistencias nacionales de los Aliados durante la guerra, además del apoyo a la URSS y al ejército ruso. Con ello pasará claramente al lado político de la burguesía. Desde ese momento el trotskismo es una fuerza de la izquierda del capital. Sin embargo, y como muestra de su carácter internacionalista aunque confuso hasta ese momento, diferentes agrupaciones romperán con él posicionándose en un campo comunista: desde Munis y sus compañeros españoles a Ngo Van y otros camaradas vietnamitas, Stinas y los camaradas griegos o el grupo austriaco RKO.

Este pasaje a la contrarrevolución será definitivamente signado con el Congreso de 1948, II Congreso de la IV Internacional, que acabará con el abandono del trotskismo de Munis, Castoriadis, Stinas, Ngo Van… Y de otros dirigentes no tan claros y clarividentes y que acabarán sucumbiendo al izquierdismo como Dunaievskaya o CLR James por no hablar de Schatmann. Desde entonces, el trotskismo defiende la naturaleza obrera, aunque deformada, de todos los regímenes que caen bajo el ala rusa y estalinista durante la Guerra Fría. La independencia de clase es abandonada claramente. Así el informe de Pablo en el II Congreso de la IV Internacional establece ya que la contradicción principal en el mundo es la que se da entre la URSS y Estados Unidos. La URSS sería el lado positivo de la contradicción y junto a ella el resto de los partidos estalinistas. Éstos se verán obligados a apoyarse en la clase obrera y en desarrollar la lucha de clases. Por eso Pablo y la mayoría de la IV Internacional sostienen la táctica del frente único con el estalinismo, el gobierno obrero de unidad estalino-reformista, nacionalizaciones… En definitiva se trata de un programa de total subalternidad al estalinismo al que se define, no solo en la URSS, como una tendencia obrera, aunque degenerada.

Así el Tercer Congreso de la IV Internacional de agosto de 1951 declara la asimilación estructural de todos los países de la Europa del Este a la URSS y, por lo tanto, pasaban de ser países capitalistas a Estados Obreros deformados burocráticamente (como si fuera posible una “producción socialista pero con distribución capitalista”). Para el trotskismo ortodoxo (todos los grupos que se reconocen trotskistas hoy en día se reconocen de este Congreso excepto Lutte Ouvrière que destaca, sin embargo, por su electoralismo y los cliffistas que caracterizaban a la URSS como capitalismo de Estado) el capitalismo podía ser superado sin una revolución, a través de la invasión de otro Ejército nacional como el de la URSS. Operación que en realidad ocultaba la expansión de los intereses imperialistas de la URSS de Stalin. Esta misma operación teórica que hace el trotskismo oficial la llevaron a cabo también con respecto a la teoría de Trotsky sobre la revolución permanente. De este modo hablaron de países que eran Estados obreros deformados burocráticamente ya que la economía se encontraba estatalizada (como China, Argelia, Cuba, Vietnam…). Algunos trotskistas, como Ted Grant el líder de la tendencia Militant, fue más lejos y habló de bonapartismo proletario para hablar de este conjunto de países y algunos más como: Laos, Camboya, Siria, Angola, Mozambique, Etiopía, Yemen del sur o incluso Benín. Como podemos ver el criterio no era la naturaleza de las relaciones sociales de estos países sino la estatalización de la economía (como si eso no expresara la tendencia más general de las economías capitalistas), y las afinidades políticas y militares con el bloque imperialista soviético y, en otros casos, con el chino (véase por ejemplo el conflicto de los años 70 entre la Camboya maoísta de Pol Pot y el Vietnam prosoviético). El trotskismo se convierte así en un apéndice izquierdista del estalinismo o de la socialdemocracia en otros casos. Habrá corrientes más claramente filoestalinistas (las que alrededor del dirigente de origen griego Pablo quién en un documento de 1951, ¿Adónde vamos?, señala que la transición del capitalismo al socialismo llevará algunos siglos, con lo que considerará necesario para la emancipación humana la existencia de los regímenes estalinistas y, frente a la perspectiva posible de una Tercera Guerra Mundial, será partidario de hacer un entrismo sui generis en los PCs, de ella derivan organizaciones como Anticapitalistas en España o el NPA en Francia, y que verán en Ernest Mandel a su dirigente más importante y conocido), otros como los lambertistas franceses o The Militant en el Reino Unido estarán más inclinados al entrismo en la socialdemocracia (The Militant de Ted Grant y Alan Woods hicieron un entrismo durante décadas en el Partido Laborista británico del que llegaron a tener diputados y la alcaldía de Liverpool o del mismo PSOE en España y los lambertistas incluso introdujeron a un futuro ex primer ministro como Jospin en el PSF. Y siendo Secretario Nacional del PSF Lambert aún se entrevistaba con él), o incluso en el populismo peronista en el caso del morenismo argentino (del que derivan, por ejemplo, el PSTU en Brasil o Corriente Roja en España o de un modo menos directo La izquierda diario). Estos ejemplos nos muestran bien a las claras la naturaleza propia de la izquierda del capital del trotskismo, siempre subalterna a las corrientes oficiales del estalinismo y la socialdemocracia oficiales. Una corriente que en su propia trayectoria teórica, política y práctica desvela su vacío para la emancipación del proletariado y de la especie.

El trotskismo se convierte, como decimos, en un apéndice de organizaciones burguesas con lo que pierde su independencia de clase y sus posiciones internacionalistas que de modo confuso habían marcado la reacción de clase frente a la contrarrevolución estalinista. Posiciones burguesas que comparten todos los grupos trotskistas con su democratismo, su tacticismo, sus maniobras organizativas… Mantener posiciones revolucionarias hoy en día pasan por la ruptura explícita con el trotskismo (incluso en sus experiencias más críticas como las de International Socialism de Tony Cliff que han ido girando hacia posiciones cada vez más de derechas dentro del campo trotskysta con su supeditación a los movimientos antiglobalización, a los movimientos nacionalistas e islamistas y al izquierdismo político o los grupos “humanistas” vinculados a Dunaievskaia pero que cayeron en el oportunismo a las luchas de liberación nacional).

El ejemplo del trotskismo nos enseña lo importante que es sacar lecciones comunistas de la contrarrevolución. No es suficiente declararnos de palabra en contra del socialismo en un solo país y por la revolución mundial. En el tacticismo, anida siempre el oportunismo que acabará por devorar el programa revolucionario. La subalternidad a las corrientes oficiales y contrarrevolucionarias del movimiento obrero, en nombre de la lógica del mal menor, supone la pérdida de la independencia de clase y del internacionalismo proletario.

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