Comunicado del local Camarade [sobre S. y las luchas en Francia]
Traducimos y difundimos el comunicado del local Camarade sobre Serge, el compañero herido en la manifestación contra el megaembalse en Sainte-Soline y todavía con pronóstico reservado
El local Camarade, abierto en 2017, es un espacio que defiende posiciones y propuestas para acabar con el aumento del precio de la vida y el trabajo de por vida, por la solidaridad y la autodefensa de clase, por las revueltas, por la revolución, contra la formas de división en las luchas y los movimientos, contra las categorías del poder que nos dividen en buenos y malos manifestantes, en los movimientos de lucha en Toulouse y más allá.
Serge es un miembro activo desde su apertura, una apertura que se situaba en la continuidad de una historia política de la que muchos de nosotros ya formábamos parte en ese momento. Somos viejos compañeros y amigos que nos conocimos en las luchas que han perturbado la monotonía cotidiana del aplastamiento capitalista en los últimos quince años.
La ridícula operación de demonización de Serge fue rápidamente sofocada por las decenas de testimonios que respondieron al llamamiento de los Camarades du S [Compañeros del S, juego de palabras con S. de Serge y S, la categoría de potencial terrorista con la que el Estado categoriza a Serge y miles de activistas y militantes en Francia] para decir quién es él y eso se lo agradecemos calurosamente. No podía ser de otra forma.
También agradecemos a todas las personas que cuidaron de nuestro amigo mientras los militares se quedaban esperando a que muriera.
También agradecemos a todas las personas que mostraron solidaridad, con palabras y acciones. Pronto reanudaremos las actividades del local para reunirnos y continuar la lucha.
Aprovechamos para recordar a todos los políticos que intentan capitalizar la situación de Serge que él no los quiere.
Hoy como ayer, el Estado nos hace la guerra. Desde Sainte-Soline hasta el movimiento de pensiones, pasando por los que han pasado y los que vendrán, el cerco policial es su única respuesta. Con la masacre de Sainte-Soline, el Estado ha dejado clara su intransigencia hacia todo lo que lo cuestiona y lo cuestionará.
El Estado sólo puede pensar identificando a un enemigo. Construye una identidad, ahora la «ultraizquierda». Luego hace una selección de objetivos con esta identidad, donde los criterios de pertenencia son relativamente difusos (el Ministro logró incluir en ella a la LDH [Ligue des droits de l’Homme, una asociación ciudadanista por los derechos humanos]), esperando que los círculos más alejados del punto neurálgico inicien un movimiento de retirada para dejar que la policía haga su trabajo y aplaste a los recalcitrantes. Cuando el Estado blande la amenaza de la ultraizquierda, es otra cosa lo que quiere aplastar.
Los grupos políticos que ataca no son el desbordamiento. El desbordamiento somos todos los que luchamos contra el Estado, contra la explotación, aquí y ahora. El desbordamiento es cuando no podemos aceptar parar una huelga mientras los poderosos nos escupen en la cara su desprecio por lo que somos, con o sin exigencias.
El desbordamiento es volver a casa después de la undécima manifestación organizada por los sindicatos y su instinto de derrota, con la cabeza llena de preguntas sobre el dinero que hemos perdido haciendo huelga sin tomar una parte activa en ella.
El desbordamiento es cuando, después de una tarde en los gases, bajo los porrazos y al alcance de las LBD [lanceur de balles de défense, una escopeta antidisturbios con balas no letales], las granadas ensordecedoras, las granadas de cerco y las G2ML [granada ensordecedora y de gas lacrimógeno], decimos «nunca más» y decidimos protegernos de estos asesinos servidores de la ley.
Este desbordamiento es el momento en que el movimiento adquiere una nueva dimensión. En la actualidad, muchas de sus componentes han llegado a este punto y están avanzando hacia la organización práctica para lograr victorias. Porque ese es el objetivo de una lucha. Debemos darnos los medios para ganar.
Bajo el pretexto de la vaga figura de la ultraizquierda, el Estado nos atacará en realidad a todos nosotros, a todas las prácticas que buscan la solidaridad en la lucha para plantarle cara.
La primera victoria es la unidad en la lucha, el rechazo a la división. El debate estratégico sobre la unidad se polariza entre dos posiciones. Por un lado, se nos habla de la unidad política detrás de la izquierda, lo que significa la extensión del control del movimiento por parte de los partidos y sindicatos que capitalizan nuestras luchas.
A esta unidad en la recuperación, oponemos la unidad en la lucha, mediante la extensión del movimiento en el tiempo y el espacio, mediante la construcción de un movimiento masivo, revolucionario y autónomo, para que todo el mundo viva bien.
En este sentido, hacemos un llamamiento a fortalecer la solidaridad en las manifestaciones, entre los proletarios, entre los sectores, en la huelga y en los bloqueos y en la calle, y a fortalecerla en todo el mundo, porque la situación de Serge y del movimiento actual contra el viejo mundo habla y resuena en otras partes del planeta. También nos unimos al llamamiento a protegernos de las fuerzas de policía y gendarmería.
Es por lo que nos unimos al «llamamiento a la acción» de los Compañeros del S a partir de la semana del 1º de mayo en solidaridad con Serge y con otros heridos, siempre con el mismo objetivo de continuar y reforzar las luchas y el movimiento en curso para darnos los medios para ganar.
Fuerza para Serge, viva el comunismo y la anarquía.
¡Continuaremos hasta la victoria de la Revolución mundial!