Sobre la revolución y contrarrevolución en la región española (I)
También en alemán.
Nuestro grupo comienza una discusión sobre los importantes hechos revolucionarios que agitaron la región española en la década de los años 30 del siglo pasado. Iremos publicando las notas que salgan de las sesiones que tenemos programadas para que puedan ser leídas y discutidas por otros compañeros. Antes de empezar con los hechos, hemos creído conveniente clarificar los motivos que nos llevan al estudio de cualquier proceso revolucionario, contraponiendo un estudio vivo y orientado al futuro a la visión fría y muerta típica del academicismo burgués.
Sobre la revolución y contrarrevolución en la región española (I)
La memoria, una necesidad material contra el capitalismo
Toda actividad revolucionaria parte de la transformación posible y radical de la realidad, de la posibilidad del comunismo. Así entendemos también el impulso que nos lleva a vivir, estudiar e intentar comprender un periodo histórico en el que el proletariado desafió la lógica mortífera del capital con sus aciertos, errores y límites. Es decir, partimos de la necesidad de la memoria de episodios pasados para entender nuestro presente y proyectarnos a los momentos de agitación por venir.
El capitalismo presupone una vida humana fragmentada, formada por seres aislados e independientes naturalmente. Según la sociedad burguesa los hombres no harían ya su vida en común y solo se socializarían mediante algún tipo de contrato. Semejante visión aberrante no tiene nada de natural: el individuo no es ningún a priori, sino un producto histórico a desaparecer. Lo que queremos constatar es que este presupuesto burgués trae consigo una manera análoga de entender la historia, de tal forma que el pasado se separa del presente, y así nuestro pasado se vive como extraño, escindido y ya no habría nada común que pudiese unir los episodios vividos anteriormente por otros hombres y aquellos que padecen la historia en el presente. El pasado entonces se sumerge en una nebulosa gris, en un cúmulo de hechos inconexos que solo podrían ser recompuestos desde el exterior, mediante algún tipo de operación fría y racional ejecutada por algún grupo de expertos o por la figura risible del genio solitario.
Esta manera burguesa de recomponer la unidad desde el exterior se materializa en toda ideología contrarrevolucionaria, como bien nos enseña el “Kautskismo-Leninismo” que sirve de ejemplo emblemático de esta peste, pero que en realidad se podría extender al conjunto de la socialdemocracia y todas las separaciones a las que da lugar (economía y política, clase y partido, etc.). Según esta ideología, por un lado estarían los llamados revolucionarios y por otra la clase. El proletariado sería una masa muerta, incapaz de revolucionarse por sí misma y necesitaría que los “intelectuales” inyectaran la conciencia de clase a ese conjunto de seres humanos inútiles. Los revolucionarios serían como un soldado dentro de un tanque, como una voluntad divina que pone en funcionamiento una materia bruta e inerte. No sabe uno muy bien qué pensar de aquellos que quieren emancipar a la humanidad mientras la reducen al mismo nivel que un sacacorchos.
Como revolucionarios, estamos frontalmente en contra de estos planteamientos. No necesitamos recomponer la historia como quien resuelve un problema o una operación matemática, principalmente porque nos vivimos y actuamos como parte integrante de todos estos procesos históricos, como continuadores de esta acción colectiva inacabada, y entendemos que nuestro terrible presente es la consecuencia de revoluciones fracasadas y aplastadas. Es esto lo que nos lleva a buscar la verdad y denunciar todas las mentiras y mistificaciones vertidas en cientos de libros, por no hablar de la basura que vierte a los niños la tan aclamada educación (y nos es indiferente sí hablamos de la educación pública o la privada, como si hubiese una diferencia). Reclamamos la unidad de la memoria como una necesidad material humana((El problema del paciente amnésico no es solo que no pueda recordar acontecimientos de su pasado, de hecho muchas veces lo hace aunque de forma deficiente, lo que nunca puede “hacer” es integrar aquello que recuerda con la persona que está recordando.)).
Es obvio entonces que rechazamos cualquier ideología que quiera reducirnos a una especie de masa muerta o que pretenda que tengamos que inyectar la conciencia a algún zombi. Como minoría revolucionaria nos posicionamos como parte de esa unidad que sería la clase para poder contribuir a la reapropiación de nuestra historia. La separación entre clase y partido solo existe en las cabezas de las lumbreras de la socialdemocracia.
Por tanto, como decíamos más arriba, sacar conclusiones y balances de episodios revolucionarios del pasado es una necesidad para comprendernos en el presente, de modo que nos oponemos a aquellos que afirman que las luchas acontecidas ya no tendrían nada que ver con nosotros, que fueron vividas en otro periodo supuestamente muy distinto y categorizados con nombres cada vez más raros que cambian casi cada día.
Otro aspecto fundamental a la hora de entender este proceso histórico son los protagonistas que intervienen en él, que no son otros que el proletariado y la burguesía. Queremos dejar claro esto porque los sucesos de España han sido explicados de las maneras más ridículas: desde los que lo presentan como un accidente histórico entrañable e irrepetible, los que piensan que fue simplemente un combate de ideas o los que piensan que fue un conflicto entre la siniestra España clerical de Franco contra la luminosa e ilustrada república. Estas interpretaciones burguesas ignoran (o pretenden ignorar) que lo que está en juego no es otra cosa que la lucha entre comunismo y capitalismo, entre las necesidades humanas y el reino de la muerte que es el capital, y que en esta lucha el sujeto histórico que tiene el potencial de llevar a cabo dicha transformación sigue siendo el proletariado, por mucho que traten de sacarse de la manga nuevos sujetos históricos cada semana. Entendida así, la comprensión de los hechos se clarifica y adquiere un sentido de manera más fácil, ya que como bien dicen unos compañeros «la complejidad forma parte de la falsificación». Así, este texto recoge los principales hechos en este sentido y está lejos de ser una exhibición barata de sabiduría.
No es nuestra intención explicar aquí la teoría del valor y del fetichismo de la mercancía desarrollada por Marx, pero por mucho que asumamos que el capitalismo es un sistema de dominación impersonal, el estudio de procesos históricos deja bien claro quién puede cambiar el mundo: el proletariado es la clase que concentra en sí misma los intereses revolucionarios y cuando se levanta es la burguesía como clase internacional quien intenta aplastarlo. Es absurdo separar la teoría del valor de quienes tienen el potencial de quebrarla. El capital es una relación social abstracta, automática, impersonal. Esto quiere decir que, independientemente de quién gestione la empresa, seguiremos en relaciones sociales capitalistas mientras se explote la actividad humana para producir más valor del que se invirtió, mientras la actividad humana siga estando destinada a la producción de valor y no a la satisfacción de las necesidades sociales. Sin embargo, y al contrario de lo que piensas determinados críticos del valor, el estudio de procesos históricos deja bien claro quién puede cambiar el mundo: el proletariado es la clase que concentra en sí misma los intereses revolucionarios y cuando se levanta es la burguesía como clase internacional quien intenta aplastarlo. Es absurdo separar la teoría del valor de quienes tienen el potencial de quebrarla.
Por último, hay que tener en cuenta que aunque nos hemos centrado solo en una región, esto no significa que la región española tenga nada de especial. Es decir, los balances y conclusiones son válidos para cualquier lugar del planeta donde el proletariado lucha independientemente de las características particulares de cada lugar. Además, de nada serviría que la revolución se centrase solo en una región, es justo al contrario, muere cuando no se internacionaliza. Partimos pues del internacionalismo como una necesidad real y no una consigna vacía.
El comunismo es un movimiento real que lucha, comete errores y se corrige para seguir luchando mejor. Estas lecciones y balances que hacemos no son un a priori sacado de una mente brillante ni un programa a aplicar sin más. Son lecciones que surgen de la lucha y orientadas hacia la misma: la conciencia siempre va después.