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Sobre el 15-M: a enamorados y resentidos

Recientemente se han cumplido  5 años del nacimiento del movimiento 15  de Mayo y como consecuencia de ello no han faltado análisis y debates, algunos saludables, algunos  otros más inquietantes .Nos interesa discutir sobre  todo algunas opiniones  emitidas en  los medios de  izquierda. Creemos vital contribuir al análisis de los puntos comunes de  estas diferentes posturas para comprender lo que creemos fueron grandes errores y poder encauzar las futuras energías revolucionarias de forma más certera. Es esa y no otra la intención que nos lleva  a participar en el debate.

Llama la atención, por un lado, una extraña idealización de aquellos “grandes días”. Extraña por dos razones. Una porque realmente no ha pasado tanto tiempo como para la melancolía, pero pensar porque hoy las décadas pasan como siglos nos desviaría del tema. Pero sobre todo extraña por la acrítica interpretación de los hechos. Según esta visión deberíamos volver a las calles sin más a reclamar la quita de la deuda, el fin del bipartidismo  o más democracia. Es decir, deberíamos volver a insistir en un programa que no sería fallido en sí mismo, sino mal ejecutado por algunos representantes. Por lo tanto se trataría de intentar llevarlo a cabo de forma más horizontal (en el mejor de lo casos) o bien a esperar a que surjan otros partidos de izquierda que esta vez sí, no traicionen el programa. Y si Syriza no ha servido, esperemos a ver qué tal con Podemos y si no, ya vendrá  Jeremy Corbyn, y si no, Sanders en Estados Unidos. No es nada paradójico que la lógica del consumo compulsivo de mercancías también se de en la elección de  las diferentes opciones políticas: primero la euforia, después la decepción en una espiral repetitiva  que recuerda a la magnífica fórmula de Walter Benjamin cuando hablaba del “eterno retorno de lo nuevo”. Aquí la pequeña burguesía expone todo su narcisismo ¿cómo podemos estar equivocados? Es aquí donde la teoría es tan importante. Si los contenidos citados no son válidos para el cambio social, lo mejor sería revisarlos para poder invertir la praxis.

¿Y por qué no combinar la estrategia revolucionaria con la participación en las instituciones? Si algo nos ha enseñado todo este tiempo desde el 15-M, es precisamente que se elige una opción o se elige la otra. Esto no pretende penalizar la confusión legítima que el caos capitalista crea en nuestras cabezas, pero si creemos que ciertas ambigüedades respecto a la perspectiva revolucionaria reflejan síntomas tácitos de clase. Con razón Marx, en su crítica a Proudhon definió a la pequeña burguesía como “la contradicción encarnada”.

Por otro lado estaría la postura que sería algo así como el reverso de la expuesta más arriba. Aquí lo que se nos dice es que con el 15 M, la revolución estaba en marcha y solo la aparición de elementos recuperadores han torpedeado esta idílica deriva automática hacia la revolución. No queremos negar el papel de ciertos agentes en la desviación revolucionaria del movimiento, pero la importancia de estos hay que reconocerlos en su justa medida. Aquí cabe hacerse unas cuantas preguntas. ¿Si en lugar de líderes izquierdistas hubieran aparecido carismáticos revolucionarios que hubiesen inyectado teoría marxista a las masas, estaríamos más cerca de la revolución? ¿Qué lugar deja esta teoría para la auto-emancipación? Ver a estos colectivos como simple masa que reacciona de manera pasiva a lo que se presenta nos parece una interpretación muy gris. Como si estos colectivos no tuviesen deseos, intenciones y objetivos propios, como si fuesen zombis. Y no lo son. Por mucho que duela, hay que reconocer que si muchos de estos movimientos, mareas o colectivos han terminado por agruparse en “la nueva política” es porque compartían los objetivos y propuestas con los Iglesias, Colau o Kichi.  Creemos mucho mejor trabajar sobre el cambio colectivo en estos objetivos, que caer en una búsqueda resentida del chivo expiatorio podemita.

¿Es este artículo simplemente un análisis híper crítico del 15 M? ¿Deberíamos desechar sin más todo lo que pasó y caer en el catastrofismo? Ni mucho menos. Queremos reivindicar, con muchas compañeras y compañeros, lo positivo de aquellos días. La búsqueda de responder colectivamente a la crisis, la cultura del debate , la huida de la atomización urbana, el deseo sincero de cambiar la sociedad, el desborde del sistema, la espontaneidad, la camaradería… todo estos son potencialidades necesarias para un proceso revolucionario y que estuvieron muy presentes en las plazas. Es justamente esa llama la que queremos reavivar. Como comunistas creemos que sería fundamental añadir una posición explícita de clase y evidenciar el carácter impersonal de la dominación capitalista. No es el lugar para extendernos sobre la noción de clase ni sobre la teoría del Valor de Marx, pero creemos importante resaltarlo aunque solo sea de pasada.

Aparentemente  la paredes del capital se cierran a izquierda y derecha, no deberíamos petrificarnos y esperar a que terminen de hacerlo con nosotros dentro. Frente su asfixia tenemos que contraponer una búsqueda paciente, seguir el hilo de Ariadna para salir del laberinto de una vez por todas.

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